Desempuelvo esto.
Acabo de ver "El hombre que mató a Liberty Valance", de John Ford, y se me ha asentado en la cabeza el título de la entrada.
Una obra de arte està formada por tres elementos: técnica, mensaje y residuo. De técnica no tengo ni puta idea de cómo va la peli, aunque imagino que bien, sobre todo para la época (años sesenta). El mensaje es brutal y escurridizo, y seguiré dandole vueltas varios días hasta que pueda darle forma en mi cabeza, o aquí mismo, al menos tal y como yo lo entiendo. El residuo es, en parte, eso, un mensaje a descifrar, o más bien un puzle del que conozco las partes pero no el todo; pero también es el recuerdo, el afecto que despierta al acabar: admiración, envidia, orgullo y vergüenza mezclados y agitados.
Para que triunfe el mal sólo hace falta que los hombres buenos no hagan nada. Pero, ¿no dejan de ser buenos cuando utilizan los métodos que reprochan? Por otro lado, ¿es que hay alguna otra forma de enfentrarse al mal? No hay forma de derrotar la violencia sin violencia, y lo único que se puede hacer es aceptarlo y cargar con las consecuencias. Por eso son íntegros los dos hombres que protagonizan la película: uno, por aborrecerse a si mismo tras asesinar defendiendo la justicia, el otro por aceptar la justicia tras haber asesinado.
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Lo que está claro es que ambos dispararon, y que bien podrían ser los dos culpables, por mucha confesión y muy buen tirador que pudiera ser uno de ellos. Lo terrible es que la justicia, la paz, el orden, requieran de sentencias sin juicio, o más bien sin juicio "objetivo", donde sencillamente la opinión callada y puede que equivocada de mucha gente dicta sentencia, no apretando el gatillo, si no aceptando y alentando el ajusticiamiento rápido de los malos.
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Pero es lo que hay. Se acepta y punto. El mal es la violencia injustificada, pero no hay justicia sin violencia.
En fin, peli que arrastra desde el principio, va cogiendo forma y acaba atrapando totalmente. Sin tanta floritura, pa' verla otra vez leñes.