domingo, octubre 23, 2011

Arrietty, Hiromasa Yonebayashi, Ghibli



Vengo de ver Arriety y el mundo de los diminutos (Kari-gurashi no Arietti, de Hayao Miyazaki), en los cines Yelmo de Valencia. Cada vez me da más asco ir al cine. No sólo por compartir sala con un montón de criaturitas de entre dos y diez, que hasta cierto punto puede ser muy interesante, si no por la mala calidad del servicio. Las dos últimas veces que he ido al cine me la han liado, en Madrid cuando fuí a ver Black Sawn nos perdimos los primeros diez minutos mientras encuadraban y enfocaban la imagen. Por supuesto, no los volvieron a poner. Hoy casi me dejan sordo y en parte me han jodido la película. El volumen estaba exageradamente alto, hasta el punto de ser casi doloroso en algunos momentos.
Hubiera preferido pagar seis euros por verla en casa, en mi sofá, con mis baffles de PM y en mi pantallita que a una distancia razonable se ve muy bien. Molaría que los distribuidores distribuyeran por internet, valga la redundancia, algo así como pelisyonkis, (que todos conocemos esa página, leñe), pero de pago y de calidad intachable. A ellos les sale más barato que editar en formato físico, y yo no tengo ni que esperar ni que pagar tanto. Sinceramente muchas veces no veo una película por no ir a comprarla, si no es un estreno claro.

La película se estrenó en japón en 2010, en medio de una crisis tremenda en el Estudio Ghibli. De hecho, se lo jugaban todo a esta película, o sacaban tajada o tenían que cerrar. Pues bien que les fué, la película costó, según wikipedia, 23 millones de dólares y recaudó sólo en Japón 110 millones, y unos quince o veinte más en el extranjero que aún se están recaudando. Vamos, que les dió para cubrir gastos y montar tres o cuatro pelis más. En ello están, ya veremos que tal salen.
En España lleva desde el 16 de septiembre, sease, unas cinco semanas, y al final me he ido a verla solo porque me da que hoy era el último día, y organizar ciertas cosas con más gente cuesta tieeempo e indecisión, sobre todo cuando apenas hay interés y la experiencia en el cine puede ser incluso desagradable.
Me alegro por el Estudio Ghibli, muchas más alegrías nos tendrá que dar.

La película es probablemente la más europea de las que han hecho. Dirigida por Hiromasa Yonebayashi, una de las jóvenes promesas del estudio, y con guión y producción de Miyazaki, parece haber sido diseñada para la exportación y, aún así, la tajada gorda la ha seguido sacando en su tierra, donde Hayao Miyazaki es casi una leyenda. La casa donde se desarrolla es de diseño más europeo que japonés, con mesas, sillas, camas, puertas de bisagra. Muchos productos de la casa tienen etiquetas en alfabeto latino, en inglés o en francés. La banda sonora es de una cantante europea y se canta casi toda en inglés. Incluso por algunos momentos estaba dudando de si estaba ambientada en un suburbio de Japón o si podría ser Francia, aunque la aparición de algunos kanjis aclaran la cosa enseguida. En fin, un producto de carácter europeo. Y no sólo en los diseños.

El guión, a pesar de ser del propio Hayao Miyazaki, es muy convencional y conservador, teniendo en cuenta las maravillosas idas de olla que tiene por costumbre escribir. De hecho, parece un cuento clásico europeo.
Por todo lo demás, las características técnicas sí son típicas del Ghibli: Escenarios oníricos, como la casa de muñecas o la habitación de Arrietty;



La fotografía y la iluminación tan conseguida como siempre. Colores vivos pero sin saturar demasiado, luces naturales, etc:



Por supuesto, como ya se ha visto en la habitación, reivindicación y exhaltación de la naturaleza más exhuberante.
Y, por supuesto, la misma naturalidad en las expresiones que descubrí con Chihiro y que, para mi, hacen que Ghibli le de mil vueltas a Disney. Especialmente conmovedora y conseguida es la escena del pañuelo, hacia el principio.

En fin, que lo que menos suena a Miyazaki es el guión, y eso que es lo único que hizo el menda. Supongo que tal y como estaba el estudio en 2010 se puede perdonar algo clásico y masticado para todas las audiencias, que a pesar de todo mantiene el estilo y la magia de Ghibli. Especialmente en los detalles. Que así siga en las próximas.

Mañana sigo devorando sus "clásicos": A elegir entre Secretos del Corazón o La Tumba de las Luciérnagas.